VISTA DEL PUENTE

jueves, 17 de mayo de 2018

EL CASTILLO DE LA ALCANTARILLA O DE DIEGO CORRIENTES

Hoy me he ido a la provincia, para presentaros el desconocido Castillo de Alcantarilla. Este castillo se da su fama, no porque sea monumento histórico artístico, si no porque según una leyenda allí estuvo escondido Diego Corrientes Mateos, bandolero nacido en Utrera y del que después os hablo de él.



Para llegar a este ruinoso castillo, deberemos circuilar por la N-IV dirección Cádiz, pasar el poblado de Maribañez y a pocos metros tomar el desvío de la A-8030 dirección Utrera. Termino municipal al que pertenece el susodicho castillo.

Este castillo fue construido para fortificar en puente romano que salvaba al río Salado, que por cierto fue desviado su cauce. Fechado en el S. XIV, perteneció a la Orden de Alcantara y fue reconstruido en el lugar de otro de origen islámico. Durante el reinado de Alfonso XI perteneció a la ciudad de Sevilla.


Estaba formado por dos torres, uno a cada lado del puente. Una construida al noroeste del puente, con un arco por el que se accedía al puente. Esta torre, junto al arco, se mantuvo hasta el siglo XX en el que fue derribada para que pasaran vehículos de mayor volumen.


La torre que aún se conserva algo, deja ver que debió de ser de dos plantas, aunque actualmente solamente queda su planta baja y nos da idea de las dimensiones que debió tener (unos 155 m² de planta). Actuaba como aposentos para la guarnición y disponía de medios de defensa para bloquear el paso del puente.


Fue construida sobre una base de sillares labrados, reforzados en sus esquinas, el resto es de tapial a base de guijarros y restos cerámicos. En su interior se puede ver los arranques de las bovedas de ladrillos que la separaba de la segunda planta.


Pero como dije anteiormente, el castillo se conoce por el bandolero Diego Corrientes. 

Nace en Utrera el 20 de Agosto de 1757, siendo bautizado en la Iglesia del Señor Santiago ocho días después con el nombre de Diego Francisco Bernardo.

Pronto se convirtió en una leyenda popular, al repartir aquello que robaba entre los mas pobres del lugar. 

Consecuencia de su enemistad con Don Francisco de Bruma, regente de la ciudad, el rey Carlos III ordena en 1780 su captura, para ello ofrece una recompensa de cien piezas de oro a quien lo entregara vivo o muerto.

Huye a Portugal, siendo descubierto y denunciado por una mujer en un cortijo de Provenza, por lo que pronto el regente de Sevilla envía para detenerlo a cien hombres. 




Fue trasladado a Sevilla, donde fue juzgado y condenado a morir ahorcado, cosa que sucedió el 30 de Marzo de 1781. 




Y como era costumbre en la época, fue descuartizado  y su cuerpo fue repartido por los lugares donde se inventariaba sus asechorías. Su cabeza quedó en Sevilla, donde fue enterrada en la Iglesia de San Roque. Así se dió fin a las andazas de Diego Francisco Bernardo Corrientes Mateos, un bandido sin delitos de sangre.

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