VISTA DEL PUENTE

sábado, 15 de agosto de 2015

LAS CRUCES DE LA CALLE CRUCES

En este blog hemos visto cruces que hacían de humilladero, donde a la entrada de la ciudad, el viajero se reclinaba ante ella. Cruces que presidían  plazas de la ciudad ya que hacían de cementerios improvisados ante la peste que asoló a Sevilla en 1649 o cruces conmemorativa algún acto de fe, como la Cruz de la Inquisición. Pero la que os traigo en esta ocasión es como mínimo curioso.

 
 
 
La calle Cruces es una calle del Barrio de Santa Cruz que empieza en la calle Ximenez de Enciso y termina en la calle Doncellas.
 
Al principio de la calle, existe una fachada con dos cruces de madera de color verde empotradas en la pared. Estas cruces estuvieron en esta fachada desde el S XV hasta 1868 en el que el ayuntamiento de Sevilla ordenó desmontarla y fueron llevadas en procesión hasta el hospicio de los Venerables. En 1955 y tras unas reformas en la fachada de la vivienda se redescubrieron las incrustaciones de las cruces y fueron montadas de nuevo en la fachada. José Sebastián Bandarán, presidente eclesiástico de los Venerables, hizo entrega de las cruces para el montaje en su lugar original.

 
Pero lo curioso fue para lo que sirvió en su día. En el barrio de Santa Cruz, por aquella época era muy común el paso de amigos de las tabernas, bebedores, tunantes y noctámbulos pendencieros y en general amigos del buen vivir. Estos individuos después de su pase por las tabernas, muy abundantes en la zona, necesitaban desaguar sus vejigas en cualquier callejuela estrecha donde no hubiera un candil cercano
 
Dicho desasosiego dejaba malos olores y deterioros en las fachadas mal encaladas. Por ello a alguien se le ocurrió la idea de otorgar a la misma cierto cariz religioso y apelar al Altísimo para que los bebedores fueran a "pecar" a otro lugar.

2 comentarios:

  1. Agradecería alguna información sobre las tres que están en la placita, cerca de su procedencia y cuando fueron colocadas.

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  2. Ojala y le encontraran solución a la placita de Santa Marta, que por cierto ha desaparecido el tejadillo blanco y azul de la puerta trasera del bar de Argote de Molina, solo quedan los hierros

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